Vasudeva
En el fondo mentimos. No hay posibilidad alguna de evitar los errores de otros. Nadie escarmienta en cabeza ajena. Y por mucho que uno se prepare para el más fabuloso reto, el detalle más nimio le puede hacer fracasar. El detalle que sólo la experiencia puede prever.
Probablemente el éxito no es más que una variante probabilística del fracaso. En el caso de que ambos existan. Y por tanto esté tanto o más sometido al número de intentos que a las cualidades frente al reto.
Solo que un día, en el intento que hace el número setenta veces siete, puede uno preguntarse si esto será así. Si efectivamente al final, aunque sólo sea por puro azar, llega el objetivo perseguido aunque nada más sea para constatar que no ha perseverado uno en balde.
Al final, la vida no es más que el resultado de la gestión de todas las ocasiones perdidas. Algo así decía Henry Miller. Quien sea capaz de aprender, encajar y corregir los efectos de esos fracasos parciales probablemente será capaz de ser más feliz y de hacer más felices a los demás. En caso contrario, se puede entrar en un laberinto de causas y consecuencias, de razonamientos abstrusos, de preguntas irresolubles.
Si aquel día sencillamente te hubiera besado, todo habría sido distinto. Si hubiese ido a aquella fiesta. Si te hubiese abrazado dos días antes. Si hubiese dicho "rápido" cuando era preciso hablar rápido... Nunca volví a tener ocasión de besarte, aquellas fiestas se acabaron, no puedo abrazarte a 100 km de distancia. No sé si volverá el tiempo de hablar rápido.
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Medea Queno -