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El señor de las arenas

La sonrisa atómica

La sonrisa atómica En tu sonrisa atómica están las de todas las mujeres que amé una vez. Aunque estés mucho más lejos de mi alcance que sumando lo lejos que estuve de cada una de ellas. Un mundo por en medio. Pero al tiempo tan cerca. Por tus ojos achinados, con tantas historias que contar, pasean al tiempo las imágenes mojadas de aquellos otros ojos. Y el olvido gesticula en tus manos para evocar unas manos siempre cálidas, siempre tendidas hacia mí, aunque demasiado lejos para mis entumecidos brazos.

Todo se parece cuando uno busca con ansia. Por eso tú te pareces, porque eres irrepetible. La vida baila al son de tus carcajadas y bajo el timbal de tus sollozos, esos compañeros ocasionales con los que tropiezas de tarde en tarde. Esos que visitan de tarde en tarde cuando se vive apasionadamente. Tu masiva vitalidad hace que la realidad se deforme a tu alrededor, y que el espacio - tiempo sea un poco más bello, las personas un segundo más felices, y los sentimientos y sensaciones libres y sinceros por un glorioso instante.

En tu sonrisa atómica, lejana pero cotidiana, firme y sincera, están todas las mujeres que amé en alguna ocasión. Tu sonrisa es, hasta para un encallecido peregrino de las dunas, un regalo inesperado, maravilloso y cotidiano. Porque está llena de vida, esa de la que eres una maestra, y una perpetua aprendiz.

Siempre recordaré que una vez te conocí.

1 comentario

Phil -

Me ha emocionado tio, q profundo. ¿Realmente tengo los ojos achinados? JeJe De puta madre!!!